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19 septiembre 2016

Partidas veraniegas: Pequeños Detectives de Monstruos

Este ha sido un verano bastante peculiar. Normalmente pillo tres semanas de vacaciones y me voy a la playa con la familia, a desconectar del mundanal ruido. Pero este año me he pasado el verano haciendo y deshaciendo cajas, porque me he mudado. De una casa a un chalet. Supongo que ha sido la crisis de los 40, que nos ha afectado a la vez a mi Santa Esposa y a mí ;). Aún estoy asentándome en la nueva casa, así que perdonadme si estoy un poco ausente de las redes y de este, mi pobre blog.

Pero aunque he estado muy liado, nunca se está lo suficientemente ocupado como para dejar de lado un poquito de rol. Y como mi grupo habitual ha estado desperdigado este verano, cada uno disfrutando de sus propias vacaciones, he tenido que recurrir al pequeño grupo que he ido criando en los últimos años: mis hijos y algunos de sus amigos ;). Con ellos hemos podido disfrutar de unas cuantas sesiones de aventuras usando dos juegos de Nosolorol: "Pequeños Detectives de Monstruos" y "Magissa"

Pequeños Detectives de Monstruos

Había jugado ya con mis tres hijos una partida a este divertido juego cuando salió, pero por unas cosas u otras, no habíamos repetido. Sin embargo, a principios de verano, mis hijos estaban en el chalet de los abuelos y mi hija mayor me pidió que preparara una aventura, porque había estado hablando con una amiga suya y le había dicho que el juego era muy divertido.

Para los que no conozcáis "PDM", os diré que es un juego en el que los niños interpretan a miembros de una agencia de detectives muy especial, dedicada a capturar a los monstruos que se esconden en las casas y hacer que se hagan buenos. Se puede jugar a "PDM" como un juego de rol tradicional, con todo el mundo sentado alrededor de la mesa y pintando mapas de la casa a explorar, describiendo la acción y tirando dados. Pero también se puede jugar de un modo mucho más parecido a un rol en vivo, con los críos moviéndose por la casa, tratando de encontrar al monstruo.

Esta última era la forma en la que habíamos jugado mis dos hijos mayores y yo la primera vez, y era el modo en el que querían volver a jugar con sus amigos. Así que, un día que había pasado a verles al pueblo por la tarde (he hecho muchos kilómetros...) nos pusimos a jugar, aprovechando que teníamos la casa para ellos y yo solos (mis padres habían salido).

Así que allí me planté, con mis tres hijos (10, 8 y 5 años) y dos amigos suyos (una niña de 12 y un niño de 7 años, si no me equivoco). Se pusieron sus nombres de detective (mis hijos eran Luna, Rayo y Sol; y ciertamente eran nombres bastante bien escogidos). Nos pasamos casi un par de horas jugando. Destacaré unas cuantas cosas:

  • Los niños llegaron a la casa montados cada uno en una bicicleta o patinete; todo muy verano azul.
  • Cada niño se había repartido una serie de herramientas que vienen descritas en el libro: el Localizador, la Cuerda Milusos, la Mochila Poppins, etc. Buscamos por la casa cuerdas, mochilas y mantas que nos sirvieran para simular las distintas herramientas, y lo que no pudimos encontrar lo dibujamos y recortamos para que tuvieran algo que tocar. Eso le añadió mucha verosimilitud a la historia.
  • Después de recibirles en el porche trasero, el dueño de la casa se fue, diciéndoles a los detectives que alguien le había perdido las llaves. De hecho, las había escondido yo en un tiesto, y mientras los niños se quedaron buscándolas, aproveché para entrar corriendo por el porche delantero a la casa, para ir preparando el terreno...
  • Los niños se asustaron un poco cuando me escondí y empecé a hacer ruidos y a poner la radio encendida. Ejem. Bueno, se les pasó un poco cuando aparecí y les empecé a dirigir un poco diciéndoles cosas como "en esa habitación se oye un ruido, ¿queréis investigar?" o "parece que hay unas escaleras que llevan al desván, ¿quién quiere ir?". Debo decir con orgullo que mi chico el mediano (8 años) no sólo no tenía miedo, sino que se lanzaba a los brazos del peligro, atacando a todo lo que se moviera.
  • Mi hijo pequeño (5 años) se aburrió pronto, y no tenía muy claro a qué estábamos jugando. Creo que todavía le cuesta entender un juego algo complejo como este. O igual sintió un poco de miedo escénico. El caso es que la cosa mejoró mucho cuando le cogí de ayudante y le puse a hacer cosas por la casa como encender una radio, o hacer de monstruo escondido bajo la cama. Al final, le hice aparecer por el salón cuando los otros niños le tendieron una trampa al monstruo (usando calcetines usados como cebo) y le terminaron atrapando con la Red Atrapamonstruos. Creo que le gustó ayudar a papá, y es un buen modo de hacer que los más pequeños participen en el juego y se sientan importantes.
  • Los chicos llevaban encima unos dados para hacer las tiradas necesarias durante el juego (se usan tres dados de seis caras, quitando el valor mayor y el menor, y quedándose con el del medio). Aunque casi todo lo que hacíamos era interpretar e interactuar con lo que iban encontrando, en ocasiones les pedía que hicieran una tirada para encontrar algo o usar una pieza de equipo.
  • Cuando terminé la aventura repartí las Insignias a los detectives que mejor lo habían hecho (en realidad les di una a cada uno) y nos tiramos un buen rato dibujándolas y recortándolas para que cada cual se llevara una a su casa.

Las pocas reglas

A lo largo de la partida, el detective que lleve el Localizador (una pieza fundamental de equipo) puede ir detectando el valor de Miedo del ambiente. A medida que pasan cosas raras éste valor va aumentando y si se descubre la causa, disminuye. Por ejemplo, se oye un ruida raro en el desván, con lo que el Miedo sube en un punto, pero al subir y descubrir que era un radio encendida, el valor vuelve a bajar. Si en algún momento aparece el Monstruo, se suma el Miedo que produce (que suele ser entre 8 y 10 puntos de media) y todos deben hacer una tirada de dados para capturarle.

Este mecanismo sirve para dos cosas: en primer lugar, para encontrar pistas que indiquen a los detectives qué monstruo es el que están buscando, y poder así tenderle una trampa para capturarle usando cosas que le gusten para atraerle, por ejemplo. En segundo lugar, obliga a los niños a ir resolviendo los pequeños misterios de la casa, porque si no resuelven las pistas y dejan que el Miedo suba y suba, cuando se encuentren al monstruo tendrán que sacar una tirada de dados tan alta que no podrán pillarle. Es un buen incentivo para lograr que investiguen y planeen.

Mira que no hay muchas mecánicas en el juego (una explicación en las páginas 14-17 y un ejemplo en las páginas 26-29), pero esto no lo entendí del todo bien la primera vez que jugué. Esta segunda partida entendí mejor el propósito de las reglas y creo que las utilicé mejor.

Una pequeña conclusión sobre la partida... y sus consecuencias

Los niños se lo pasaron muy bien jugando la partida. En algún momento hubo que, ummm, reconducir el entusiasmo de alguno de los niños, pero en general no se desmadraron mucho. Aunque este juego se puede jugar sentado, creo que mejora bastante cuando los críos se pueden mover por la casa y sentir que están viviendo una aventura. Hay que intentar que los más impresionables no se caguen de miedo, eso sí que es cierto ;).

Lo más satisfactorio fue cuando la amiga de mi hija me comentó que le había parecido un juego superchulo y que se lo iba a pedir a sus padres para poder jugar por su cuenta. Entiendo que a la niña le gustara, porque la idea es buena, y el libro es una chulada. Tanto mi hija como su amiga se pasaron la partida leyéndolo, tratando de deducir cuál era el monstruo. Son niñas listas y ya mayores, así que no tardaron en encontrar al culpable, la verdad ;).

Sin embargo, os he mentido un poco. Porque, realmente, lo más satisfactorio no fue que a la amiga le gustara el juego tanto como pedírselo a sus padres.

No.

Lo mejor fue que, cuando volví al pueblo con mi mujer un par de días después, para pasar el fin de semana con los niños... nos habían preparado una partida.

La partida dirigida por los niños

La misma noche en la que llegamos a la casa de mis padres, el viernes, nos encontramos en la cabecera de nuestra cama dos invitaciones, escritas de puño y letra por los niños, en la que nos decían que estábamos invitados a una partida de "Pequeños Detectives de Monstruos" al día siguiente. La madre de la amiga de mi hija también había recibido su propia invitación, así que al día siguiente nos tocó jugar una partida que nos dirigieron los niños :D.

Y allí que nos fuimos, los tres adultos recorriendo la casa con nuestras herramientas de detective, buscando pistas aquí y allá. Los críos habían dejado huellas en el suelo (con cartoncitos), un par de ellos se escondieron debajo de la cama para atacarnos cuando entramos en la habitación, nos fueron dejando pistas aquí y allá... y hasta se nos escapó el monstruo en el primer intento porque pasó tan corriendo (era mi hijo de 5 años, otra vez) que no nos dio tiempo a echarle encima la red. Al final los tres detectives trazamos otro plan, más sofisticado (usamos la Cuerda Milusos, la Mantita Linus y un par de cosas más para atraer al monstruo), y logramos, esta vez sí, capturarle y meterle en un Frasco de Cristal.

¿Mola o no mola que los niños se montaran la película ellos solos? Hasta nos dieron unas insignias mucho más bonitas que las que había hecho yo, preparadas para la ocasión. Se habían tirado un par de días preparándolo todo. ¿Es o no es para comérselos? :D_

Estas fueron al final únicamente dos partidas, pero a lo largo del verano jugamos más partidas de rol, pero esta vez a "Magissa". De eso os hablaré en una próxima entrada ;).

Saludetes,
Carlos